Se estima que hasta el 60% de las mujeres posmenopáusicas presentan síndrome de ojo seco, mientras que en hombres de la misma edad la prevalencia ronda solo el 20–30%. Esto significa que, después de la menopausia, las mujeres tienen el doble de riesgo de sufrirlo, principalmente por el descenso de estrógenos y andrógenos.
Muchas mujeres en esta etapa notan resequedad ocular, ardor, picazón o la sensación de tener “arena en los ojos”. A veces se confunde con alergias, exceso de pantallas o envejecimiento, pero también es un síntoma frecuente de la transición menopáusica.
Síntomas más comunes
- Sensación de arenilla o cuerpo extraño en los ojos.
- Picazón, ardor o enrojecimiento.
- Visión borrosa que mejora al parpadear.
- Lagrimeo excesivo paradójico (los ojos producen lágrimas de baja calidad).
- Molestia con la luz (fotofobia).
Estos cambios no son “normales por la edad”. Se relacionan con el descenso hormonal y requieren valoración para descartar otras causas.
¿Por qué ocurre?
Estrógeno: su declive afecta la producción de lágrimas y la calidad de la película lagrimal.
Andrógenos (testosterona): también participan en las glándulas de Meibomio que producen la capa lipídica de la lágrima; su disminución empeora la resequedad.
Progesterona: regula la inflamación ocular; al bajar, puede aumentar la irritación.
El error del mal diagnóstico
Muchas veces se trata solo como alergia estacional o “ojos cansados”, con gotas lubricantes sin revisar el trasfondo hormonal. Esto retrasa el abordaje integral.
Lo que no funciona
- Normalizar la resequedad como “cosas de la edad”.
- Usar lágrimas artificiales sin tratar la causa hormonal.
- Automedicarse con corticoides oculares sin indicación médica.
¿Qué pasa si no se atiende?
- Puede provocar daño en la superficie ocular y úlceras corneales.
- Aumenta el riesgo de infecciones oculares.
- Deteriora la calidad de vida por visión borrosa crónica y molestias continuas.
Abordaje actual
- Terapia hormonal bioidéntica individualizada (cuando está indicada).
- Lágrimas artificiales de calidad médica.
- Ácidos grasos Omega 3 como antiinflamatorios naturales.
- Evitar ambientes secos y uso excesivo de pantallas sin pausas.
- Revisión oftalmológica regular.
Conclusión
La resequedad ocular en la peri y menopausia no siempre es “edad” ni solo pantallas: puede estar directamente ligada al declive hormonal. Un tratamiento integral que combine revisión médica, apoyo hormonal cuando corresponde y cuidados oculares puede devolver confort y proteger la visión.